jueves, 3 de octubre de 2013

Phosphorus






Difusión es el tema que rige la patología Phosphorus. Difusión es el proceso de expandirse en
el entorno, como el humo expandiéndose en el aire, o el color de una bolsa de té
difundiéndose uniformemente en el agua. Los mismo sucede con la energía, la conciencia, las
emociones e incluso la sangre del paciente Phosphorus. Es como si no existieran barreras —
físicas, emocionales o mentales—. Por ello, el paciente Phosphorus es vulnerable a todo tipo
de influencias. En el nivel físico, vemos que casi cualquier lesión o tensión puede producir una
hemorragia; esto ocurre porque las paredes de los vasos sanguíneos son débiles y fácilmente
permiten que la sangre difunda a los tejidos circundantes. En el plano emocional, las
emociones del paciente Phosphorus se proyectan libremente hacia los demás, con poca
capacidad para contenerlas y protegerse emocionalmente. Mentalmente, el paciente se olvida
de sí mismo, hasta el punto en que la conciencia puede volverse muy difusa y descentrada; el
paciente puede «colocarse fácilmente».
Describamos primero una persona con un buen estado de salud que sin embargo posee la
predisposición Phosphorus, y que puede evolucionar a un estado de enfermedad si el
mecanismo de defensa se agota por un exceso de tensión; tengamos en cuenta, no obstante,
que sólo prescribimos sobre signos patológicos, no sobre los saludables: Físicamente, el
paciente Phosphorus es generalmente alto, delgado y con pelo, piel, manos y rasgos delicados.
De niño, es cálido, extrovertido, afectivo, artista o músico y muy sensible. Es muy abierto e
impresionable; se puede «ver a través» de tal niño, cuyo ser se manifiesta sin esfuerzo, sin
mucha reserva. Durante la adolescencia se produce un gran crecimiento, que le da la típica
apariencia enjuta y desgarbada.
A lo largo de la vida, el tipo de persona Phosphorus es cálido, amigable, extrovertido, que
disfruta mucho de la amistad y de la compañía, pero que también puede disfrutar de la
soledad desarrollando proyectos artísticos. Es agradable tener cerca a una persona así, porque
es verdaderamente compasiva, anteponiendo generosamente el interés por los amigos a las
preocupaciones personales. La persona Phosphorus es muy inteligente y refinada. No hay
secretos para ella; cualquier cosa que hay en su mente la comparte con franqueza. El calor y el
afecto se difunden libremente hacia los amigos e incluso hacia los extraños. Una parte
importante de su vida gira en torno a las relaciones interpersonales. Puede convertirse en un
buen político, que luchará por causas humanitarias, o bien puede hacerse agente de ventas
porque tiene la habilidad de vender cualquier cosa en la que crea. Phosphorus es muy
impresionable y creerá cualquier cosa que se le diga en las áreas que no domina, y entonces,
una vez ha adoptado una creencia irá entusiasmado a convencer a otros.
Esta persona es un tipo de paciente agradable para el homeópata, por ser impresionable y
confiado; el paciente Phosphorus cree lo que el prescriptor le dice, y sigue las instrucciones de
buena gana y con efusiva gratitud. Desde la primera entrevista, el paciente ve al prescriptor
como un amigo, estrechando su mano cálidamente, inclinándose hacia delante en el asiento y
quizá llegando a tocar la mano o muñeca del prescriptor cuando enfatiza un punto. Este
paciente da los síntomas libremente, sin reserva. Hay predisposición a sufrir ansiedades de
diversos tipos, pero se alivian fácilmente tan sólo con algunas palabras tranquilizadoras.
La difusión de la consciencia es evidente por el hecho de que el paciente Phosphorus
fácilmente se sobresalta. Todos nosotros podemos rememorar el estado mental de soñar
despierto; la conciencia viaja a lugares o circunstancias lejanas. En ese estado, si hay un ruido
súbito, como un claxon, un portazo o el estalldo de un trueno, el que sueña se sobresalta,
porque la consciencia es forzada a volver súbitamente a la realidad. Este es el estado al que el
paciente Phosphorus es altamente susceptible. Es una difusión de la consciencia que el
paciente puede no ser capaz de controlaa fácilmente. Durante una tormenta, la persona
ordinaria oirá el trueno y después fácilmente se prepara para más; el paciente Phosphorus, sin
embargo, tiende a difundirse automáticamente, y de ese modo se sobresaltará con cada
ruido.






En la primera fase de la patología Phosphorus, generalmente predominan los síntomas físicos.
En la fase infantil de desarrollo (sean cinco o treinta y cinco años de edad), puede haber una
tendencia a sufrir hemorragias fáciles. Pueden sufrir epistaxis por la menor causa. Las
menstruaciones pueden ser profusas o prolongadas. La sangre tiende a ser roja brillante. La
tendencia hemorragípara es simbólica de la esencia general de Phosphorus. Lo cálido y
brillante del paciente Phosphorus se difunde generosamente al exterior, con poco sentido de
los límites.
Es en esta fase en la que vemos al paciente Phosphorus fácilmente restablecido por el sueño.
Esto es comprensible cuando relacionamos que el sueño es un tiempo en que la mente se
relaja y aquieta, dejando de esforzarse por mantener la consciencia. Las personas más
controladas e intelectualizadas precisan mucho tiempo para lograr esta quietud; deben caer
en sueño profundo. Pero, el paciente Phosphorus, se siente restablecido rápidamente porque
su conciencia puede soltarse con facilidad.
Durante este estadio, vernos también la característica sed de Phosphorus, particularmente
por bebidas frías. Si hay ardor en el estómago (Phosphorus experimenta dolores ardientes
internamente —una manifestación del calor—), los dolores serán aliviados por cosas frías;
pero esto sólo dura hasta que la bebida o comida se calienta en el estómago, y entonces el
estómago puede agravarse de nuevo. Hay un anhelo por comer chocolate y dulces.
Considerando la sed y el deseo de dulces, es fácil ver la predisposición de Phosphorus hacia la
diabetes.
Al progresar la patología física, la facilidad de sangrado puede ser evidente a niveles más
profundos. Puede haber hemorragia indolora en el tracto gastrointestinal, produciéndose
inesperadamente hematemesis o melenas. Puede haber bronquitis en fase precoz y leve,
incluso con hemoptisis de sangre roja brillante. Puede haber hematuria sin otros síntomas
acompañantes. Pueden hacerse pruebas de laboratorio y rayos X, y no se encuentra nada. En
tales circunstancias hay que pensar en Phosphorus como un posible remedio.
Mientras predominan los síntomas físicos, hay pocos síntomas en la esfera emocional o
mental. No obstante, al progresar la patología a la segunda fase, vemos remitir los síntoma3
físicos y aumentar las ansiedades y miedos. Por supuesto, hay una auténtica ansiedad por el
bienestar del otro, sea amigo o extraño. Esto puede conducir a un grado patológico de
ansiedad, disipando incluso su propia energía. Este es el auténtico estado de simpatía,
mientras que otros remedios en la misma rúbrica tienen ansiedad por los demás por otros
motivos de interés personal.
Hay una intensa ansiedad por la salud en Phosphorus. El paciente se vuelve tan influenciable
que si oye a alguien que habla sobre alguna enfermedad concreta, se preocupará con la
posibilidad de que también él pueda tener esa enfermedad. Esta vulnerabilidad a la sugestión,
sin embargo, es fácilmente aliviada por la sugestión contraria; algunas palabras
tranquilizadoras del homeópata y el paciente suspira con alivio, agradecido, volviendo a lo
mismo cuando oiga otra posibilidad alarmante.
Es durante esta fase cuando aparecen muchos miedos. Hay miedo a la oscuridad, miedo a
estar solo, y miedo al crepúsculo. Puede haber miedo a las tormentas. Al principio, estas
ansiedades y miedos son ligeros, y son corroborados por la sed y el sueño reparador.
Al presentarse el tercer estado, el paciente se abruma por las ansiedades y miedos. Mientras
que antes fueron ligeros y se manejan simplemente con tranquilizarle, gradualmente ocupan
más y más la energía y atención del paciente. Este, tiene cada vez más dificultad para
relajarse, y la ansiedad puede provocarle hiperventilación, produciendo desequilibrios en el
pH sanguíneo. La tendencia subyacente de ansiedad y tensión impide la relajación incluso
durante el sueño; el paciente despierta sin sentirse restablecido y con gran ansiedad (como
Lachesis, Graphites y Arsenicum).
Después, la continua ansiedad se hace latente, sin causa identificable. Un miedo de que algo
malo sucederá inunda la vida de la persona, como música de fondo. Toda posibilidad se
anticipa con miedo. Hay miedo a padecer una enfermedad de forma inminente,
particularmente al cáncer (más que a enfermedad cardíaca), pero, al final, a cualquier
enfermedad.
Finalmente, el paciente Phosphorus cae en miedo a la muerte, un pánico sobre la idea de una
muerte inminente. El paciente siente que se está muriendo, especialmente cuando está solo.
Hay una sensación interna borrosa, como burbujas surgiendo y difundiéndose al exterior, o de
que el alma deja el cuerpo. Siente un gran pánico, con hiperventilación, excitabilidad y
palpitaciones. Este es el punto en que el paciente desarrolla la necesidad de compañía, por el
temor a una muerte inminente.
La necesidad de compañía puede ser tan fuerte como para impulsane a salir de su casa para
buscar amigos con quien hablar. No es una necesidad de hablar con la gente sobre la salud en
particular, como en Arsenicum; más bien, Phospborus siente la necesidad de hablar con
alguien de cualquier cosa, a fin de aliviar el pánico.
Al aumentar el miedo, muchos de los otros síntomas confirmatorios físicos desaparecen.
Puede no haber sed, ningún deseo de sal ni de pescado.
Finalmente, en la cuarta fase, la mente se afecta completamente. Los miedos disminuyen,
pero la mente se deteriora. Hay dificultad en concentrarse, una incapacidad para pensar
coherentemente, o una incapacidad para comprender lo que los otros están diciendo. Cuerpo
y mente se debilitan. El paciente se vuelve indiferente a la compañía e indiferente al entorno.
El resultado es un estado de senilidad o imbecilidad. Otro final común de Phosphorus es un
ataque de apoplejía en el que se pierden muchas facultades mentales.
El estadío final puede ser muy difícil para prescribir porque hay pocos síntomas para distinguir
Phosphorus de otros remedios. Por esta razón, una cuidadosa historia de los acontecimientos
del pasado y un adecuado conocimiento de las fases de la patología de los remedios son
cruciales para ser capaces de beneficiar al paciente.
Una vez vista la esencia de Phosphorus, sólo se necesita confirmar el remedio con otros
síntomas. Por experiencia, algunos de los más útiles son: sed, deseo de sal, deseo de pescado,
deseo de chocolate, deseo de dulces, peor el lado izquierdo, incapaz de dormir sobre el lado
izquierdo, hormigueo de las puntas de los dedos de las manos, pérdida indolora de la voz.
Además, distintos pacientes Phosphorus pueden ser calurosos o frioleros —aunque no el
mismo paciente.



Fuente: Esencia de la Materia Médica. Vithoulkas.

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